25 octubre 2011

LA CANCIÓN SECTA DE LA SEMANA: "FATHER AND SON" DE CAT STEVENS





Tea for the Tillerman (1970) permanece en mi memoria como uno de los primeros álbumes de pop rock que he escuchado, posiblemente entre mediados y fines de los setenta, cuando era un niño en transición hacia la adolescencia. En esa época había un culto por el álbum que hoy casi se ha extinguido; hoy todo se reduce a bajarse canciones aisladas de internet, o a algo mucho peor, como escuchar radio o ver VH1 o MTV. Me niego desde este refugio sectario a pertenecer a esa especie. Por eso también le tengo un gran respeto a Yusuf Islam, quien en los años setenta solía firmar como Cat Stevens y en la actualidad es seguidor de Mahoma, lo cual me parece muy bien en tanto signifique desmarcarse de todo el planeta infestado por la mal llamada "cultura occidental" y que en verdad no es más que la versión más pervertida y usurera del Occidente moderno, aquella que obviamente todos los liberales y mercaderes aplauden.


Como desde siempre tuve esa extraña vocación por el coleccionismo, poco tiempo después de que llegara a mis manos Tea for the Tillerman, me las ingenié para conseguir el resto de la discografía de Cat Stevens: visité discotiendas, sí, pero también inicié aventuras temerarias como ir por mi cuenta y riesgo a La Parada, mal afamado mercadillo donde un gordo que tenía el rostro chaveteado -con dos profundas cicatrices- vendía discos importados de segunda mano (en los años setenta estaba prohibida la importación de discos en el Perú). De ese modo adquirí Mona Bone Jackon, Teaser and the Firecat, Catch Bull at Four, Foreigner y Budda and the Chocolate Box. Pero la verdad sea dicha: ninguno de esos álbumes me pareció tan soberbio y sublime como el que contiene clásicos como Wild World, Hard Headed Woman o la aquí seleccionada Father and son. Pronto la Secta del Ruido publicará su Top 100 de álbumes esenciales y como mínimo enlistaré entre los 200 finalistas a Tea for the Tillerman. Hasta entonces, bien vale escuchar una de sus más memorables canciones.

18 octubre 2011

LA CANCIÓN SECTA DE LA SEMANA: "LET ME LOVE YOU" DE JEFF BECK GROUP





Tras abandonar los Yardbirds, Jeff Beck formó su propia banda a la que denominó simplemente The Jeff Beck Group. Su álbum de presentación, Truth (1968), tuvo como novedad la aparición de un vocalista hasta entonces desconocido, de nombre Rod Stewart, y un guitarrista no muy trajinado como Ron (Ronnie) Wood, quien se encargaría de tocar el bajo en la banda. El álbum es todo un clásico e incluye varias versiones o recreaciones del blues en clave hard rock. Un ejemplo de ello es Let Me Love You, firmada con el seudónimo Jeffrey Rod (nombres de pila de Beck y Stewart), la cual está "inspirada" en el blues del mismo título de Buddy Guy.


Hoy que Rod Stewart es un rockstar no muy valorado por muchos y que Ron Wood es un prominente integrante de los Rolling Stones en decadencia, siempre es bueno echar una mirada hacia atrás y comprobar sus halagüeños inicios. De Stewart no solo hay que considerar su paso por The Jeff Beck Group y luego Faces, sino sus primeros álbumes solistas pre Da Ya Think I'm Sexy (discos como Gasoline Alley y Never a Dull Moment principalmente). Ronnie, por su parte, también estuvo en Faces antes de integrar la banda de Jagger-Richards, y con su guitarra endureció el sonido de los últimos álbumes destacables de los Stones; me refiero a Some Girls y Tatoo You. Sea como fuere, en las canciones de Truth, como la seleccionada Let Me Love You, los hallamos en su mejor forma musical.

12 octubre 2011

LA CANCIÓN SECTA DE LA SEMANA: "A WHITER SHADE OF PALE" DE PROCOL HARUM





Y ahora vamos con uno de los clásicos que (casi) todos conocen. Según la BBC, es la canción británica más escuchada de los últimos setenta y cinco años. Sea cierto o no, ese no es el motivo para haberla seleccionado aquí en La Secta del Ruido. Aunque no soy particularmente devoto de Procol Harum, para mí A whiter shade of pale es simplemente entrañable. Esa canción me recuerda inexorablemente a uno de los mejores cortometrajes que he visto en el cine estadounidense de los años ochenta. Me refiero a Life Lessons (titulada en español "Apuntes al natural") de Martin Scorsese, incluida en la película New York Stories ("Historias de Nueva York"), de 1989, que reunía también sendos cortos de Francis Ford Coppola y Woody Allen, ambos de escaso interés, en mi opinión. De otro vuelo era la historia de Scorsese, en la que Nick Nolte interpretaba a un artista de mediana edad que hallaba en la pintura y la música rock a alto volumen la combinación perfecta para entrar en un estado de catarsis tras los desplantes de su nada modosa asistente (la sensualísima Rossana Arquette). Y en ese trance, se escuchaba una y otra vez la balada A whiter shade of pale, entonada inmejorablemente por Gary Brooker, y en la que los teclados del órgano Hammond sonaban casi como un réquiem de la relación entre el pintor y su colaboradora.


El video oficial de la canción es, por lo demás, un verdadero testimonio de época, con enfoques en perspectiva de los Procol Harum trajeados a la moda sicodélica y amplias vistas de calles de Londres invadidas por las minifaldas.


07 octubre 2011

SOUNDTRACK: "RESERVOIR DOGS" (Quentin Tarantino, 1992)

En Reservoir Dogs (1994), el debut como cineasta de Tarantino, están todas las claves y triquiñuelas que caracterizaría el resto de sus películas: humor negro, técnica narrativa del flashback y las cajas chinas, diálogos que nos retrotraen al submundo delincuencial, personajes que parecen salidos de algún cómic underground, producción serie-B de las policiales de los años setenta, episodios estructurados por capítulos con el nombre de alguno de los personajes, y como la cereza en el pastel, dosis de violencia (cuanto más gratuita y psicopática, mejor). Con alguna u otra variante u omisión, este esquema se repite en toda su filmografía. En Kill Bill (2003-2004) se renuncia a la producción de bajo costo, pero solo para urdir una trama más compleja en la que se rinde homenaje a las series de artes marciales japonesas y a la tradición del ánime, con lo cual, aunque a otro nivel, se incide en el culto por la estética de las series B. Inglourious Basterds (2009) parece la versión fílmica de alguna novela gráfica (léase historieta) en donde justicieros de cómic se desenvuelven entre decorados propios de la Alemania de la Segunda Guerra como lo hubieran hecho con igual sangre fría en la época del crimen organizado moderno en Estados Unidos (post Lucky Luciano). Los escenarios pueden variar, algunos elementos pueden haber sido modificados, pero en conjunto la impronta de Tarantino continúa sobre la base de lo que ya había mostrado en su primera película. También se podría decir que el "estigma de Caín" que rodea a los personajes de Reservoir Dogs se halla en todas las demás criaturas de este director.


Comentario aparte merece el soundtrack. En una antigua entrevista, Tarantino reveló que para él era tan importante la música en una película que jamás encargaría la banda sonora a un músico. Principio que en Reservoir Dogs lo impulsó a escoger entre el repertorio de la música popular de los años setenta. Con lo que se demuestra no solo el buen criterio del cineasta, sino la valiosa música producida en esa década. Prueba de ello son Little Green Bag de The George Baker Selection, I Gotcha de Joe Tex y Coconut de Larry Nilsson.







04 octubre 2011

LA CANCIÓN SECTA DE LA SEMANA: "O SUPERMAN" DE LAURIE ANDERSON




Aunque los mejores ejemplos avant-garde de la música pop electrónica hay que buscarlos en la década de los setenta (Kraftwerk, Chrome, etc.), es en los años ochenta que hubo una irrupción de bandas y propuestas que consolidaron su apogeo al menos en cuanto a popularidad. Entre las más originales se hallaba sin duda la de Laurie Anderson, artista polifacética que pasó de la escultura al violín y de allí a ser una compositora apasionada por el sonido de los sintetizadores. A contrapelo del pop electrónico inglés para el gusto masivo (Depeche Mode, O.M.D., Human League), la estadounidense siempre se rodeó de colaboradores de primera línea -y no solo en la música rock-, entre ellos su actual esposo Lou Reed, Peter Gabriel, Brian Eno, Meat Loaf y el escritor William Burroughs (este último puso su voz en Sharkey's night incluido en su segundo álbum). Big Science (1981) fue su ópera prima, uno de los discos más interesantes de esa década de sobreproducciones y sintetizadores; un álbum en el que se la escuchaba hablar tanto como cantar sobre la base de un sonido electrónico monocorde, minimalista. Ejemplo de ello es la aquietada y a la vez perturbadora canción O Superman, un verdadero clásico de los años ochenta, cuya estética vanguardista por supuesto rebasa la música y se expresa en una performance artística que incluye elementos teatrales y visuales, como se aprecia muy bien en el videoclip promocional.