28 diciembre 2011

SOUNDTRACK: "THE BOAT THAT ROCKED" (Richard Curtis, 2009)

Entre las últimas películas no documentales relacionadas con el imaginario rock, la comedia The boat that rocked, del neozelandés Richard Curtis, cuenta a su favor con una trama disparatada pero divertida que intenta emular el estilo de un Richard Lester en su mejor estado creativo, una puesta en escena que -incluyendo vestuario, escenografía y coreografía- copia muy bien la moda y el espíritu sixties y, lo que es más relevante, una banda sonora compuesta en su mayoría por imperecederos hits de los años sesenta pero que también se da la licencia de incluir algunos de los 70 (como I love to boogie de T. Rex o Father and son de Cat Stevens), el ochentero Let's dance de David Bowie e incluso un cover de Stay with me baby realizado por una cantante actual como Duffy.

Sea como fuere, la historia de una radio pirata enclavada en un barco en medio del mar (desde donde se transmitía música rock en tiempos en que el conservador gobierno británico -con la venia de la BBC Radio- solo permitía escuchar este género popular durante menos de una hora al día) no deja de ser cautivante en la era del post rock para quienes aún veneramos esta música y su esencia contestataria. Y si el menú viene servido con canciones de los Kinks, los Who, Moody Blues, los Easybeats, Jimi Hendrix y tantos otros clásicos, mucho mejor.


Del soundtrack de la película (titulada Pirate Radio en EEUU e indistintamente Piratas del rock o Radio encubierta en español) he seleccionado para la Secta del Ruido I love to boogie de la banda inglesa T. Rex, Elenore de los estadounidenses The Turtles y Friday on my mind de los australianos Easybeats.





17 diciembre 2011

TONIGHT'S THE NIGHT (Neil Young, Reprise Records, 1975)

Monstruo entrañable, ecologista radical, hippie irredento, cerebro tanto del sonido folkie como del noise-rock, Neil Young es sin duda uno de los más respetables dioses del rock. Tras la disolución de Buffalo Springfield, los Crazy Horse serían el soporte más adrenalínico que encontrarían los discos del legendario músico canadiense. El primer álbum de esta banda junto con Neil Young en los setenta es Tonight's the night, grabado en 1973 pero que recién vería la luz dos años más tarde, debido a un veto de la Reprise Records, que lo consideraba "poco adecuado" tras el éxito de Harvest.
Tonight’s the night (1975) es ciertamente un álbum áspero, producto de una sensibilidad ubicada en las antípodas de Zuma, disco publicado el mismo año. Mientras en el primero domina la crudeza y el desgarro (en el ánimo de las sesiones aún rondaban dos muertes recientes), en el segundo prevalece una producción pulcra, aun cuando hay una pretensión vanguardista en los devaneos sonoros de la guitarra eléctrica. Neil Young asimismo aparece con una voz un poco ronca en Tonight’s the night, con inflexiones que no le conocíamos desde el clásico Mr. Soul. En Zuma, por el contrario, las cuerdas vocales se escuchan intactas. Lo sorprendente y maravilloso de este asunto –y del rock en general– es que en ambos casos todo funciona a la perfección. Lo cual prueba que “no desafinar” es uno de los prerrequisitos de un cantante que el rock ha cancelado para siempre. Es más, diría que pocas veces he escuchado cantar tan bien a Neil Young como en Tonight’s the night, a pesar de (o debiera decir, gracias a) tener su voz "raspada" en este disco.

Canciones como Tonight’s the night (dedicada al malogrado roadie Bruce Berry), World on a string, Come on baby let’s go downtown (de Whitten/Young) y Lookout Joe son excelentes demostraciones de legítimo rock ácido. Come on baby let's go downtown fue grabada cuatro años antes en Fillmore East y cuenta con Danny Whitten en la primera voz y guitarra; su inclusión es todo un homenaje póstumo de parte de Neil tras la muerte de Whitten por sobredosis de heroína.


Como complemento del espíritu roncarolero, se incluye un puñado de baladas despojadas de adornos o sofisticados arreglos, en carne viva, como el bluesero Speakin’ out, que retrata el desencanto de una relación en un decorado tan teenager como puede ser una sala de cine, popcorn incluido. Por su parte, el country Borrowed tune está inspirado en Lady Jane de los Rolling Stones: “Estoy cantando esta melodía prestada/ que tomé de los Rolling Stones,/ Solo en esta mi habitación vacía/ Demasiado desperdiciado para escribir por mi cuenta”, canta Neil Young.


Hay también otros números country como Roll another number (for the road) –que denota su alejamiento de la nostalgia por Woodstock– y New Mama, así como prodigiosas piezas de rock lento como Mellow my mind (en la que Young parece cantar con la voz más afónica que nunca), Albuquerque y Tired eyes.



Al final se escucha una versión aún más rockera, aunque no más extensa, de Tonight’s the night, como perfecto cierre para un trabajo grato a las almas oscuras y desoladas.


CATEGORÍA: Clásico.
VEREDICTO: Imprescindible.
CANCIONES CLAVE: Tonight's the night, World on a string, Speakin' out, Lookout Joe.









06 diciembre 2011

ACE OF SPADES (Motörhead, Bronze Records, 1980)

Entre los pocos músicos relacionados con el heavy metal que admiramos sin ambages se encuentra Lemmy Kilmister, tótem y frontman de Motörhead, banda inglesa pionera del speed metal e incluso del thrash metal, aunque en verdad estos encasillamientos no le hacen justicia del todo, pues omiten que su creador proviene de la banda psicodélica Hawkwind -precursora del rock espacial-, así como dejan de lado que Lemmy ha confesado más de una vez que: 1) es un acérrimo fan de los Beatles, 2) siempre se ha sentido más afín al punk y 3) lo que él hace es simplemente rocanrol. En verdad, estamos hablando de un músico con una sensibilidad y unas luces mayores que las que suelen tener los cultores del metal.

Antecedido por los imprescindibles Bomber (1979) y Overkill (1979), el álbum Ace of Spades (1980) le otorgó el máximo crédito posible a la legendaria primera formación de este power trio, con Lemmy en la voz y el bajo, Eddie “Fast” Clark en la guitarra y “Philthy Animal” Taylor en la batería. Posteriormente Motörhead ha sabido de cuando en cuando grabar algunos discos con algo (o mucho) de la savia de los clásicos (ejemplos: Orgasmatron en 1988, Overnight Sensation en 1996 o el último The World is Yours, de este año), pero es evidente que lo más valioso está en sus primeros álbumes.

Ace of Spades (el álbum) suena como una imparable estampida de canciones, aceleradas y descarriadas, cuya potencia sónica se debe a la meritoria labor del productor Vic Maile. Se inicia frenéticamente con la canción homónima, una rompedora alegoría de la vida como juego de póquer: “Si te gusta el juego, yo soy tu hombre./ A veces se gana, otras se pierde, a mí me da lo mismo./ El placer es jugar, no me importa lo que digas./ No comparto tu codicia,/ la única carta que necesito es el As de Espadas./ Juego a la carta más alta, tentando al diablo./ Sigo la corriente, todo me da lo mismo./ Siete u once, los ojos de la serpiente te observan./ Dobla o retírate, dobla la apuesta o lárgate./ Sabes que he nacido para perder,/ y que apostar es para tontos, pero así es como me gusta, nena./ No quiero vivir para siempre./ ¡Y no olvides el comodín!/ Subo la apuesta inicial, sé que quieres ver qué cartas tengo./ Míralas y llora, la mano del muerto otra vez./Lo veo en tus ojos, míralas y mátate./ Lo único que ves, sabes que va a ser/ el As de Espadas”.

El espíritu alegórico y los riffs atronadores continúan en Love me like a reptile; esta vez las referencias son el carácter reptilesco en el que a veces se torna la atracción sexual (“Supe que tenía que morderte, nena,/ la primera vez que te vi./ Aquel momento me excitó./ No termino de creérmelo./ Y me gusta ver el contoneo de tu cuerpo./ No tengo elección, voy a retorcerte por la cola./ Ámame como un reptil,/ voy a hincarte los colmillos”).

Shoot you in the back no ofrece ningún respiro, mientras las letras aluden a una escena recurrente del western donde impera la ley del revólver: “Es un suicidio vivir del orgullo./ Reclamas lo tuyo, tu integridad,/ tu propia vida te hiere como un cuchillo./ El jinete que viste de negro/ sabes que te disparará por la espalda./ ¡En las películas del Oeste!”

Este esquema que combina microhistorias de espíritu underground -cantadas con la voz bronca de Lemmy- con una base rítmica rauda, no se abandona en (casi) ninguna de las pistas del disco. También hay una oscilación entre el uso de la primera y segunda personas en el nivel de las letras, cuya intención más obvia es lograr una identificación mayor en el receptor del mensaje, una empatía como la que puede haber entre el verdugo y la víctima, o entre el látigo y la carne.

En Live to win la postura antisistema es clara: “Sabes que no te puede pasar nada./ Tienes que creer en tu buena estrella./ Siempre te tratarán como a un perro./ Todo tiene un límite,/ y no pueden saltárselo./ Si reclamas,/ puede que te juzguen y te encierren,/ pero sólo tienes que vivir para ganar./ Sé que es difícil, una resistencia natural./ Luchar es una complicación./ Si no quieres ser escoria,/ si crees que tienes razón./ Ellos tienen ahora el poder,/ pero pronto llegará nuestra hora./ Todos sabemos de dónde venimos,/ lo único que hacemos es vivir para ganar./ No debes manifestarlo a gritos,/ no hagas una escena./ No te muestres orgulloso,/ eso sólo sirve a su plan./ Derriba el muro,/ disfruta el momento, es la hora de que caigan./ La anarquía está en camino,/ si sabemos vivir para ganar.”

Fast and loose vuelve al tema de los apetitos sexuales insaciables, en el límite de lo prohibitivo o sadomasoquista, leitmotiv que hallamos también en otros surcos del vinilo, como en Fire Fire, Jailbait o The chase is better than the catch.

Pero la canción donde suben los decibeles hasta “sangrar los oídos” es la asombrosa (We are) The Road Crew, absolutamente noise, que resume el ideario de una banda que solo se casa con el rocanrol: “Otra ciudad, otro lugar./ Otra chica, otra cara./ Otro camión, otra carrera./ Como basura, me siento mal./ Otra noche, me vuelvo loco./ Mi mujer se va, me siento triste,/ pero me gusta la vida que llevo./ Otra cerveza es lo que necesito./ Otro concierto, me sangran los oídos./ Somos el equipo de transporte./ Otra ciudad que dejo atrás./ Otra bebida, totalmente ciego./ Otro hotel que no puedo encontrar./ Otro pase a los camerinos para ti./ Otro tubo de pegamento./ Otra frontera que cruzar./ Conduzco como un maniaco./ Voy en viaje de ida y vuelta al infierno./ Otra habitación, una maleta por hacer./ Somos el equipo de transporte./ Otro hotel que podemos quemar./ Otro polvo, otra vuelta./ Otro mapa de Europa que aprender./ Otra parada en el camino./ Otro juego que puedo practicar./ Otra palabra que aprendí a decir./ Otro maldito puesto de aduana./ Otra jodida costa extranjera./ Otras cicatrices de las que presumir./ Somos el equipo de transporte. Así es”.

Aún el álbum nos ofrece otras sorpresas, la breve pero contundente Bite the bullet y el apabullante cierre con The Hammer (cuya temática puede ser considerada una versión psicokiller del compromiso y la rebeldía de If I had a hammer de Pete Seeger; o en todo caso, una mixtura entre ésta y la mccartniana Maxwell’s silver hammer a nivel letrístico).

Un álbum portentoso de una banda genuina de rocanrol que, a diferencia de otras bandas rítmicas cuyas canciones parecen hechas del mismo molde con pequeñas variaciones de acordes (en las que técnicamente los Motörhead están emparentados), no solo tiene suficiente adrenalina, sino sobre todo hace de la música más primaria un medio eficaz y creativo de transmitir una actitud existencial inequívocamente contracultural, impetuosamente borderline e inocultablemente outsider, que ya quisieran igualar algunos íconos del heavy metal con sus poses de castrati (o contratenores) y sus solos de relumbrón.
Categoría: Clásico.

Veredicto: Imprescindible.

Canciones clave: Ace of Spades, (We Are) The Road Crew, Jailbait, Bit the Bullet, The chase is better than the catch, The Hammer.